Explosión Literaria

Pensar la literatura en relación con el arte, la fotografía y el cine puede ser un camino mágico que merece ser compartido.

AMROD & DAPHNA CRÓNICA DE UN GRAN AMOR


Eran sus últimos días sin alas. En una semana él ya habría de tener unas alas gigantescas y venustas con las que iba a poder volar. Él se llamaba Amrod, era un dragón acérrimo y muy jabato, pero igual nunca había tenido novia ya que era muy timorato.

Había deseado tener sus alas desde muy pequeño, pero tenía un problema de nacimiento que afectaba sus alas. Le habían dicho que le iba a tardar un quinquenal más que otros dragones para poder desarrollar alas que le sirvieran para volar.

El quería ser como los otros dragones, ¡quería volar! Entonces fue a ver al brujo del pueblo. El brujo sintió lástima y le hizo un hechizo. Amrod bebió sin dudar la inocua poción azul, pero el brujo dijo que para que hiciera efecto la única condición era conseguir una esposa antes de la próxima luna llena. Al principio él seguía desilusionado porque dijo que no iba poder enamorarse en tan solo un mes. Pero de repente en una montaña yerma y pacata, a donde le gustaba ir a pensar cuando estaba acongojado, quedó estupefacto al ver a la dragona más agraciada del mundo.

Él permaneció mirándola hasta que un árbol se cayó y aplastó una de las alas de ella. Era como si el destino hubiese querido que él estuviese allí para salvarla. Fue rápidamente y con un acto idóneo movió el árbol y le salvó la vida. Cuando ella se recuperó le dijo:

-Gracias joven dragón. Me salvaste la vida.

-De nada. Dijo él, con un gesto halagüeño.

-Me llamo Daphna y tú.

-Mi nombre es Amrod. Respondió el trémulo dragón.

Ella le preguntó si quería ir a dar un paseo. Pero él recordó que todavía no podía volar y le dijo que debía volver a su casa porque lo estaban esperando. Luego de despedirse cada uno tomó su camino.

Al llegar a su casa se puso a pensar si ella sería la dragona indicada y decidió que volvería a ir a esa montaña al día siguiente para verla nuevamente.

A las diez en punto de la mañana partió para la montaña. Tardaba mucho ya que no podía ir por el aire. Cuando llegó eran la doce y media y ella estaba allí como el día anterior. Al verlo se paró y lo fue a saludar. En ese momento él se dio cuenta de que ella provenía de una familia hacendada porque llevaba un anillo de diamantes muy dispendioso.

Se pusieron a hablar y ella mencionó que era hija del Rey Lolindir y su esposa Yizrela, una gringa que había conocido el Rey en un viaje a Estados Unidos. Esta noticia no lo sorprendió a Amrod ya que por su apariencia debía ser de una familia importante.

Luego de unas horas de charla ella le volvió a ofrecer ir a dar un paseo, pero él otra vez se negó sin decirle sus verdaderos motivos.

Esto mismo sucedió durante varios días usando diferentes excusas superfluas hasta que ella le preguntó porqué se negaba todo el tiempo. Él le fue cabal y le contó sobre su problema pero omitiendo decir que para solucionarlo necesitaba esposa. A ella le dio tanta lástima que le prometió que hasta que no consiguiera sus alas ella no iba a volar en frente de él.

Eso lo dejó venático de amor y se prometió a sí mismo que iba a dejar de ser tan tímido con las chicas.

Al otro día Daphna le preguntó si quería ir a cenar ofreciéndole un lugar cerca de su casa para que no tenga que caminar mucho. Ante una oferta tan generosa y considerada no se podía negar y sin pensarlo le contestó que sí.

A las ocho en punto ya estaban los dos sentados en la mesa. Ella como siempre muy esbelta y él con ropa baladí. Era un lugar muy pomposo y tranquilo.

Luego de dos horas Amrod se dio cuenta de que Daphna era la indicada para él. Ella era jocosa y jovial, lo que para él era muy importante. Siempre le había parecido fútil todo lo de afuera, la belleza o la plata.

Cuando ya eran casi las once Amrod se animó a preguntarle a Daphna si quería ser su novia y desde ese día se fueron cada mañana juntos a la montaña.

Había pasado una semana y Amrod se propuso contarle toda la verdad sobre el hechizo. Como ambos sabían que se amaban decidieron que se iban a casar en una semana. No había tiempo que perder. Solo faltaban tres días para que se venciera el plazo que el brujo le había dado!

En dos días ya habían organizado toda la boda, iba a ser convencional y privada. Nada muy bullanguero ya que se casaba la hija del Rey.

Estaban tan enamorados que Amrod le daba lo mismo si conseguía las alas o no, la amaba tanto que en ese momento lo único que quería era no perderla y por eso decidió que debía conocer a sus futuros suegros. Fue a visitarla al palacio. Quedó absorto al ver un lugar tan prominente, lleno de objetos y alfombras lujosas. A diferencia de su casa que tenía muy exiguos muebles y adornos. Cuando llegó, los padres de Daphna, ambos muy gallardos, lo recibieron con mucha alegría y lo invitaron a sentarse a la mesa. Luego de la comida, que había estado muy sápida, se pusieron a hablar de cosas importantes. Lolinder le dijo que él era un hombre muy longevo. Al morir quería que lo suplantara alguien que fuera dadivoso y artero. Amrod le prometió honrar este pedido y además que iba a cuidar muy bien de su hija, Daphna. Cuando terminó la cena Amrod se fue a su casa muy feliz porque había salido todo conspicuo.

Tras una noche de lisonjero sueño y supino en su cama, se levantó lleno de felicidad ya que al otro día iba a ser su casamiento. Se vistió lo más rápido posible y luego de desayunar, partió hacia la montaña. Cuando llegó se desilusionó al no ver a Daphna. Creyó que tal vez estaba festejando su último día de soltera en el palacio y decidió no molestarla. Se quedó pensando acostado en un áfilo árbol.

Luego de dos horas decidió ir a buscar a su prometida al palacio, pero cuando llegó quedó macilento: lo que él creía que era un festejo era lo más triste del mundo. Cuando le dieron la noticia quedó muy zurumbático y se desmayó. ¡No podía creer lo que todos repetían!

Lolinder entró y vio a Amrod que estaba muy zozobroso y no paraba de llorar. El Rey trataba de ser lo más seráfico posible y le contó la inusitada noticia. Daphna había muerto. Por ahora la causa de la muerte era ignota y los médicos estaban haciendo todo lo posible para averiguar todos los detalles pero era una investigación muy peliaguda. Hasta ese momento lo único que se sabía era que no tenía heridas y que se había muerto mientras dormía de una manera muy sagrativa. Armond estaba demasiado lábil para reaccionar. ¡Cómo su vida podía ser tan inicua! ¡Había encontrado la felicidad pero la había perdido en un segundo! No quería seguir viviendo, no le veía ningún sentido a la vida sin Daphna. Ya no se sentía fuerte y cuando se miraba al espejo solo veía a un dragón basto y panoli.

Sin embargo decidió que igualmente se iba a casar para poder conseguir las alas y usarlas para una cosa muy importante. El mismo día en que se vencía el plazo fijado por el brujo, a las doce del mediodía se casó con Taranis, una oronda, chabacana y facinerosa dragona que no paraba de alardear sobre su boda con quien fuera el prometido de la hija del rey. Una hora después del casamiento a Amrod le crecieron sus alas.

Sin decir nada voló hacia el palacio desplegando sus alas como siempre había soñado. Entró en el cuarto de Daphna y rodeó su cuello con una gruesa cadena, Subió a su cama y sujetó la cadena con fuerza a la araña que colgaba desde el alto techo. Saltó de manera muy rábida y la fuerza de la cadena le cortó la cabeza al instante. Al sentir un fuerte ruido, Lilindris entró al cuarto de su hija y halló el cuerpo acéfalo de Amrod. Llorando ordenó que lo enterraran junto a su hija bajo el árbol más hermoso y florido de su jardín.

Muchos dicen que el suicidio de Amrod fue un acto cursi, otros piensan que él era un ciclotímico. Pero todos ellos son unos babiecas sin corazón, porque la verdad es que la muerte de Amrod fue por amor.

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